Los cristianos de Egipto no quieren permanecer de brazos cruzados y llaman a la protesta contra el Gobierno en respuesta al ataque de la noche del domingo que costó la vida a cuatro personas. El Grupo de Jóvenes de Maspero, uno de los más populares del país, ha convocado a los miembros de esta minoría religiosa a la que pertenece aproximadamente el 10% de los 85 millones de habitantes a manifestarse frente a la sede del Ejecutivo para mostrar su enfado con el ministro de Interior por la falta de protección.
Todo estaba listo para celebrar una boda en la iglesia de Nuestra Señora en Uarak al-Hadra, una de las islas sobre el río Nilo en las afueras de El Cairo, cuando «dos hombres en una motocicleta», según el Ministerio de Interior, se acercaron al templo y «uno de ellos abrió fuego». El ataque -calificado por las autoridades coptas del país como «terrorista»- es el último de una larga lista de agresiones que sufre la comunidad desde el golpe militar contra Mohamed Mursi.
Un informe de Amnistía Internacional señala que los cristianos se han convertido en el «chivo expiatorio» tras la represión contra los islamistas. El organismo, que contabilizó ataques a más de 200 propiedades y 43 iglesias, acusó a los servicios de seguridad de «inacción a la hora de proteger a esta minoría».
Inoperancia
Los coptos ya han protestado en anteriores ocasiones contra las autoridades. A comienzos de mes se cumplió el segundo aniversario de la matanza de Maspero a manos del Ejército. Los soldados abrieron fuego contra una movilización cristiana que se concentró frente al edificio de la radiotelevisión pública ante los repetidos ataques a iglesias. La manifestación contra la inoperancia de la junta militar, que gobernaba de forma interina aquellos días tras la caída de Hosni Mubarak, acabó con 28 muertos y, aunque se abrió una investigación oficial, tan sólo tres soldados rasos han sido condenados a pequeñas penas de prisión por homicidio involuntario, pero sus responsables últimos siguen libres.
La condena al ataque del domingo fue general. El primer ministro lo calificó de «cobarde y criminal» y los Hermanos Musulmanes emitieron un comunicado en el que se mostraron «entristecidos por el hecho de que las autoridades apoyadas por los militares en vez de cumplir con su deber de proteger continúen haciendo caso omiso a los incendios provocados de forma deliberada, el vandalismo y el asesinato».
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