Diario La Nación – Opinión - Por Jorge Casaretto
Dirigentes políticos y sindicales y personas que trabajan en diversos ámbitos sociales nos hicieron vivir días atrás un poco de cielo en nuestra tierra argentina. En la Semana Social, realizada en Mar del Plata, encontramos un contexto de diálogo, de primacía de valores,
de deseos de construcción común? en fin, de actitudes tan poco frecuentes que nos llevarían a preguntarnos ¿estamos en la Argentina? Los oídos atentos y los ánimos bien dispuestos pudieron intuir que muchos dirigentes, algunos de ellos con responsabilidades de gobierno, pudieron escaparse de las luchas de poder y ubicarse en un espacio distinto, en un clima espiritual propicio, que les permitió sacar de sus entrañas lo mejor de ellos mismos, sin renunciar a las ideologías y motivaciones que sustentan sus compromisos. Este espacio parte de un presupuesto fundamental: reconocer que quienes se decidieron a actuar en política, en la Justicia o el sindicalismo respondieron a un primer movimiento interior de preocupación por los demás. Es verdad que, como toda actividad humana, el mal puede tomar el corazón de algunos . Pero nosotros, hombres de Iglesia, sabiéndonos también capaces de errores y equivocaciones, anteponemos una mirada que privilegia esa intencionalidad positiva de quienes están comprometidos en la construcción del bien común. Es el espíritu de la Semana Social.
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