Diario La Nación – Opinión - Por Mario Eduardo Cohen – 06.04
Este año debemos agradecer a la luna llena hoy, cuya luz ilumina días trascendentes para la cristiandad y también para el pueblo hebreo, que a partir de esta noche y hasta el domingo festeja el inicio del Pésaj o Pascua hebrea. Seguramente, en estos días, en un mismo edificio de departamentos en Buenos Aires, ciudad de la convivencia, habrá vecinos que en puertas contiguas se desearán mutuamente ¡Felices Pascuas!, mientras degustan huevos y roscas de Pascua, en tanto otros comerán el pan ázimo o matzá y otras especialidades elaboradas sin levadura. Se sabe que los últimos días de Jesucristo coincidieron con la Pascua hebrea. Incluso él mismo pidió a dos apóstoles que prepararan la cena de Pascua (Lucas 22,7-8). Lamentablemente, la convivencia actual no coincide con el devenir histórico, pues una incorrecta interpretación de los Evangelios generó durante siglos persecuciones a los judíos coincidentes con estas fechas. El Concilio Vaticano Segundo dejó definitivamente cerrado el tema del supuesto "deicidio" que pesaba sobre el pueblo judío cuando señaló, en 1965: "Lo que en su Pasión (de Jesucristo) se hizo, no puede ser imputado ni indistintamente a todos los judíos que entonces vivían, ni a los judíos de hoy". Nos preguntamos: ¿qué recuerda realmente la Pascua hebrea o Pésaj? ¿Es, meramente, como muchos creen, la fiesta de los panes ázimos o es mucho más? ¿Los judíos del siglo XXI continúan con esta antiquísima festividad?
Texto completo: http://www.lanacion.com.ar/1462681-una-luna-para-dos-pascuas
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