Reacciones ante la dificultad

Ahí está la vida, con todas sus aventuras. Con sus días buenos y malos. Con las grandes batallas de las que salimos a veces vencedores, y a veces escaldados. Ahí están los parajes cotidianos, en los que celebramos, soñamos, amamos, lloramos y reímos. Nos levantamos con el pie derecho o con todas las heridas en carne viva. No todo es siempre fantástico, entretenido o facilón. Ni puede ni debe ser así. Porque en la vida, en cuanto la tomamos un poco en serio, surgen las complicaciones. Y toca enfrentar dificultades. En las relaciones, en el trabajo, en los estudios. ¡Enséñanos, Señor, a reaccionar!

Las malas caras 

«El hijo mayor se enojó y no quería entrar...» (Lc 15, 28)
Hay quien todo lo convierte en drama, en agonía, en lamento y en arma arrojadiza. Ante un enfado, una decepción o un fracaso, se buscan culpables, se carga uno de agresividad y manías. Aparece, a lo lejos, el odio como una posibilidad. Habla de todo eso nuestro semblante sombrío. Y uno se vuelve amargo, ácido, cínico o provocador. O se refugia en la negación y convierte el ‘No pasa nada’ en un grito de guerra. Todo es posible. A mayor o menor escala.

Líbranos, Señor, de las malas caras, de no aceptar las contrariedades. Líbranos del odio y del rechazo a los otros. Líbranos del escepticismo y la amargura, cuando la dificultad golpee.
 
¿Cuáles son tus ‘malas caras’?

El coraje de luchar

«Me levantaré e iré a mi Padre, y le diré…» (Lc 15, 18)
A la dificultad se le puede plantar cara. Y a veces será sin garantías de victoria, porque no todo se puede a base de buena voluntad. Tal vez perderemos las fuerzas, las ganas o la paciencia.Pero conviene pelear, si creemos que es necesario o justo. Son dificultades personales, para encontrar el propio lugar en el mundo; o colectivas, para solucionar problemas; de fe, para encontrar respuestas; relacionales, para vincularnos de verdad al otro… Lo difícil no es detectar las batallas pendientes, sino decidirse a lucharlas, y hacerlo con coraje.

Danos, Señor, valentía y arrojo, decisión y empeño para luchar cuando sea necesario. Para no dejarnos llevar por la rendición, la apatía o la flojera.
 
¿En qué batallas cotidianas te toca bandearte en esta etapa de la vida?

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