Agencia Fides – miércoles 21 - La comunidad aborigen del norte de Argentina es la más expuesta a las epidemias de dengue, una enfermedad que va de la mano con el estado de pobreza y de una forma de vida que no cubre las necesidades básicas de la población. De hecho, más del 80% de los aborígenes viven en condiciones precarias y no tienen agua potable, elementos que favorecen la propagación del virus. La denuncia ha sido puesta en marcha por la comunidad sanitaria argentina y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Sin embargo, el dengue es sólo uno de los muchos problemas de estas personas, junto con la pobreza y la falta de educación.
Según las autoridades locales de salud, no es casual que la pandemia en la región de Salta, donde viven grupos étnicos guaraníes, Chame y Ava-Guaraní, se propague desde Tartagal, donde la población es víctima de una catástrofe originada por la de-forestación y otras epidemias. Como tampoco es casualidad que el epicentro este en el Chaco, donde predominan los Wichis, Tapiete, Chorote, Chulupí y Tobas, también empobrecidos a causa de la de-forestación. Las localidades que reciben el agua de las cisternas son las más vulnerables. En 2003 y 2004, en Argentina se han producido importantes brotes de dengue, pero el peor fue el de 2009 con más de 26.000 personas contagiadas y 5 muertes.
El Ministerio ha advertido sobre una posible proliferación debido a las infecciones registradas en países vecinos como Paraguay, donde en 2012 hubo 30.823 casos y 70 muertes; Brasil, donde en noviembre de 2012 fueron confirmados 565.510 casos y 247 muertes, y Bolivia, donde a mediados de enero de 2013, había ya 3.028. Actualmente, el dengue está presente en 100 países de todo el mundo, incluyendo casi toda América Latina y el Sudeste Asiático. Se estima que a nivel mundial cada año se contagian entre 50 y 100 millones de personas y que 500.000 se ven afectadas por el tipo hemorrágico, que es letal y que ha causado 22.000 muertes
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