Diario La Nación – Sección Enfoques – 21.04
La Madre Teresa de Calcuta no se propuso darle de comer a millones de personas ni construir 100 casas, sino ayudar hoy a uno, mañana a otro... dando pasos concretos, con nombre y apellido". Esa premisa, que relata uno de los sacerdotes de la parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé, en el corazón de una villa de emergencia, se hace realidad cotidiana en la Villa 21 de Barracas, en la ciudad de Buenos Aires, donde más de 45.000 personas viven en condiciones de pobreza extrema y marginación, y donde la droga y el paco causan destrozos y consumen vidas. Como toda realidad humana, las historias que esconde esta villa, que el papa Francisco visitó con frecuencia en los últimos quince años, pueden contarse desde las carencias, los peligros y las tragedias que todos los días alimentan el sufrimiento y el sacrificio de muchas familias, pero también desde los esfuerzos valiosos e inagotables que la comunidad realiza por construir lazos de solidaridad y mirar para adelante. Cuatro sacerdotes -los padres Toto (Lorenzo de Vedia), Charly (Carlos Olivero), Juan Isasmendi y Facundo Berretta Lauría- trabajan sin descanso y llevan adelante las obras de asistencia, formación y promoción humana que ayudan a muchos chicos, jóvenes y mayores a salir a flote. Les hacen ver, pese a las dificultades, que para ellos también hay una luz de esperanza y un proyecto de vida por descubrir. [...]
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