El Código Civil y la sociedad
Diario Clarín - Opinión - Por José María Arancedo, Arzobispo de Santa Fe y Presidente de la Conferencia Episcopal Argentina.
Antes de ocuparnos de algunos temas de la actual reforma del Código Civil, considero necesario valorar su significado y alcance en la vida de una comunidad. Todo Código define derechos y obligaciones de personas e instituciones, en este sentido depende de una idea o concepción del hombre. No se trata de algo neutro ni un mero instrumento para solucionar problemas. Leer un Código Civil es conocer la vida y los valores de una comunidad.
Tiene mucha sabiduría aquella frase popular: “dime cómo legislas y te diré qué sociedad quieres”. Al legislador le corresponde, en su noble y necesaria tarea de mediación política, plasmar en leyes positivas el camino de una nación y prever las consecuencias de lo que hoy se legisla. Las leyes tienen un valor objetivo y pedagógico. Creo que es conveniente recordar que a la Iglesia no le corresponde elaborar leyes para la sociedad, esta es función del Estado. Pero ella tiene, y siente, la obligación de colaborar en la búsqueda de aquellos principios morales objetivos que son el fundamento de toda obra legislativa , y que son “accesibles a la razón, prescindiendo del contenido de la revelación” (Benedicto XVI). No se trata de un tema confesional. Por otra parte, el católico es un ciudadano que ama y sirve a este país, y tiene el derecho y la obligación de asumir su responsabilidad en las decisiones que van a orientar el futuro de su patria. Cuando se habla y se dan razones del valor humano de la verdad, como de la existencia de un orden objetivo que se debe respetar, no es justo descalificar con el término de fundamentalismo. La conciencia de estos valores y la reflexión del legislador son garantía de leyes justas.
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